Vaya pregunta que Juanita Mckey me pidió contestar.
Remontándome a mis años de niñez, cuando decidí integrarme a una tropa scout, recuerdo que sábado a sábado lo que me motivaba a asistir era el reencontrarme con los amigos que había logrado hacer ahí, esperar impaciente la nueva actividad con la que nos salía cada sábado el Jefe de Tropa, conocer un nuevo lugar en el que montaríamos nuestras tiendas y visitar alguna otra tropa en alguna convivencia.
En aquellos años, no pasaba por mi cabeza que todo esto contribuiría en mi desarrollo.
Incluso los servicios prestados durante el terremoto del 85, que para todos los que participamos fue algo sumamente impactante, no éramos aun conscientes de que todo aquello dejaría en nuestro ser una profunda huella que nos transformaría para siempre.
Fue hasta que comencé mi labor como Scouter que fui descubriendo lo que el escultismo podía hacer en la vida de un muchacho que participa activamente. Fue gracias a mi curso para obtener la Insignia de Madera que pude ver lo que el Escultismo había hecho en mí y lo que yo podría hacer por los demás. Despertó mi consciencia.
Hoy puedo decir que gracias al Escultismo, complementado con lo que mis padres y mis maestros hicieron, que soy la persona que siempre he anhelado ser.
El Escultismo me enseñó a disfrutar de cada instante de la vida y además a hacerlo sanamente. El Escultismo me ha enseñado que en todo momento hay una gran oportunidad de servir y que esa es la voluntad del Señor.
El Escultismo me enseñó además que tengo la gran oportunidad de devolver, aunque sea un poco, de lo mucho que me dio.
Raúl Sánchez Vaca
Jefe Scout Nacional
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