Quisiera que por un momento dejes volar tu imaginación y pienses que la vida es un río, un río caudaloso, con sus rápidos y sus aguas tranquilas, con sus bellezas y sus peligros, imaginemos también a toda la humanidad situada en las márgenes del río.
Observémoslos un poco:
Algunos permanecen en las márgenes, nunca se acercan al agua, son aquellos que nunca han sentido la vida, que más que vivir, sobreviven tan solo porque les late el corazón. Hay otros que de vez en cuando se mojan los pies y cuanto mucho el agua les llega a la pantorrilla;
son aquellos que a veces se dan cuenta que están vivos,
reciben la vida a cucharadas pero no pasan de ello. También los hay impetuosos, que se lanzan al río tratando de llegar antes que los demás. Son aquellos
que viven aceleradamente, que acumulan tal cantidad de experiencias tan rápido que no tienen tiempo de reflexionarlas y disfrutarlas, que no son capaces de hacer un alto en su vida y rectificar la dirección en la que van. Finalmente el perder de vista la meta y el cansancio los vencen y dejan de luchar, se vuelven veletas
jaladas por la corriente.
Sin embargo, hay otros un poco más inteligentes, pero no por ello menos audaces, que
construyen su propia canoa y fabrican sus remos.
Con esto son capaces de dominar la corriente y de controlar su velocidad. Pueden buscar un buen sitio donde detenerse y analizar el trecho recorrido y planificar el trecho por recorrer. Al principio es difícil pues deben aprender el arte de la navegación y en algunas ocasiones tropezarán con escollos, quedando su canoa inservible, pero a pesar de todo volverán a construirla haciéndola más fuerte y aprendiendo de la experiencia anterior para evitar cometer los mismos errores.
Esta canoa esta formada por nuestra escala de valores y esos remos por nuestro entusiasmo que junto a la guía y el amor a nuestro Gran Jefe nos permiten mantenernos a flote y a la vez, disfrutar y sentir la vida tal cual es.
Y cuando hayamos alcanzado cierta experiencia, tendremos la obligación de enseñar a los que vienen detrás para que ellos construyan y remen su propia canoa.
Por fin, cuando el río desemboque en el inmenso mar nos podremos enfrentar al Creador
diciendo:
SEÑOR HEME AQUÍ, AL FINAL DEL RÍO, SOBRE MI CANOA, CONTENTO Y SATISFECHO:
CONTENTO PORQUE LOGRÉ ALCANZAR MI OBJETIVO Y SATISFECHO PORQUE, SI BIEN TRAIGO
LAS MANOS VACÍAS ES PORQUE TODO LO QUE RECIBÍ, LO HE VUELTO A ENTREGAR.
Gracias Señor por darme la oportunidad de SERVIR.
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